17 September 2009

A Metaphor

Eduardo Galeano recounts a short story that epitomizes Cuba.

People progress together, following their passions.
People take local initiative to resolve individual problems.
And nobody knows where the country will end up.


Crónica de la ciudad de La Habana

Los padres habían huido al norte. En aquel tiempo, la
revolución y él estaban recién nacidos. Un cuarto de siglo
después, Nelson Valdés viajó de Los Angeles a La
Habana, para conocer su país.
Cada mediodía, Nelson tomaba el ómnibus, la guagua
68, en la puerta del hotel, y se iba a leer libros sobre
Cuba. Leyendo pasaba las tardes en la biblioteca José
Martí, hasta que caía la noche.
Aquel mediodía, la guagua 68 pegó un frenazo en una
bocacalle. Hubo gritos de protesta, por el tremendo
sacudón, hasta que los pasajeros vieron el motivo del
frenazo: una mujer muy rumbosa, que había cruzado la
calle.
"Me disculpan, caballeros" dijo el conductor de la
guagua 68, y se bajó. Entonces todos los pasajeros aplaudieron
y le desearon buena suerte.
El conductor caminó balanceándose, sin apuro, y los
pasajeros lo vieron acercarse a la muy salsosa, que estaba
en la esquina, recostada a la pared, lamiendo un
helado. Desde la guagua 68, los pasajeros seguían el ir y
venir de aquella lengüita que besaba el helado mientras
el conductor hablaba y hablaba sin respuesta, hasta que
de pronto ella se rió, y le regaló una mirada. El conductor
alzó el pulgar y todos los pasajeros le dedicaron una
cerrada ovación.
Pero cuando el conductor entró en la heladería, produjo
cierta inquietud general. Y cuando al rato salió con
un helado en cada mano, cundió el pánico en las masas.
Le tocaron la bocina. Alguien se afirmó en la bocina
con alma y vida, y sonó la bocina como alarma de robos
o sirena de incendios; pero el conductor, sordo, como si
nada, seguía pegado a la muy sabrosa.
Entonces avanzó, desde los asientos de atrás de la
guagua 68, una mujer que parecía una gran bala de
cañón y tenía cara de mandar. Sin decir palabra, se sent
ó en el asiento del conductor y puso el motor en marcha.
La guagua 68 continuó su recorrido, parando en
sus paradas habituales, hasta que la mujer llegó a su
propia parada y se bajó. Otro pasajero ocupó su lugar,
durante un buen tramo, de parada en parada, y despu
és otro, y otro, y así siguió la guagua 68 hasta el final.
Nelson Valdés fue el último en bajar. Se había olvidado
de la biblioteca.

No comments: